Hablar de frontera, límite y territorio parece tener una connotación dramática en la actualidad. En los últimos años, hemos sido testigos de cómo la necesidad imperiosa de liberar los flujos migratorios contrasta con la idea de reforzar las identidades nacionales a partir del control de las fronteras. En este contexto se inscriben la crisis de refugiados en Europa, el malogrado Brexit y la amenaza en forma de muro fronterizo propuesta por el presidente de los Estados Unidos Americanos.
En el momento histórico-político que estamos viviendo se hace evidente la falta de diálogo, y esto es, a mi juicio, la gran barrera; no así la que se ha propuesto construir, sino la que se extiende cual abismo en el entendimiento entre las sociedades. Una condición que sin duda, como ciudadanos del mundo, nos aqueja.